
La degradación de suelo es el mayor problema que enfrenta la agricultura en todo el mundo. La deforestación, el cultivo intensivo de áreas vulnerables, sobrepastoreo, así como el mal manejo de suelo y aguas reducen la capacidad productiva de alimentos, además convierten la tierra en un sitio desértico e inoperable.
El Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez, por medio del departamento de Investigación, ha trabajado durante casi cinco años sobre el uso de pesticidas naturales para combatir las plagas y de éste ha surgido la utilización de rastrojos como una alternativa para que el suelo recupere sus propiedades químicas y así lograr una agricultura sustentable.
Dicho proyecto de investigación pertenece al químico farmacéutico y doctor del Centro de Estudios e Investigaciones Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, Joaquín Adolfo Montes.
El maestro de posgrado de esa institución explica cómo su plan ha evolucionado en los últimos dos años, buscando nuevas formas de agricultura basándose en lo orgánico y demostrando cómo los pesticidas y fertilizantes químicos no sólo dañan a las plantas, sino también al ser humano.
En el Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez se cuenta con un pequeño espacio de investigación para el cultivo de plantas y su estudio de DNA a través del laboratorio conocido como “Polo”, uno de los dos centros más importantes de indagación otorgados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
El doctor Montes confirma que la calidad de la tierra es variable, por lo que ha tenido que experimentar en algunos cultivos, para recuperar la calidad del suelo.
EL PODER DE LA CANAVALIA
La “canavalia” es una planta única, incluso desconocida para las personas que no están familiarizadas con la agronomía. Es usada como abono verde y alimento para el ganado. Esta especie es un cultivo de cobertura por la gran cantidad de fijación de hidrógeno, un elemento esencial para crear abono y reestructurar el suelo.
Montes explica que ha usado cerca de 200 gramos de “canavalia”, para crear abono en producciones experimentales de chile habanero cubano.
“Se han cultivado plantas de chile habanero cubano usando fertilizantes, rastrojos y en una minoría sólo se le puso tierra”, detalla.
En dicho experimento se observó que en 90 días las matas con fertilizantes ya tenían frutos, mientras que a las que se le puso rastrojo tienen una estatura mediana y a las que sólo se le colocó tierra crecen de forma pausada.
El experto afirma que los fertilizantes reaccionan al poco tiempo de que son puestos en las semillas, sin embargo, después de una primera cosecha la vida de la planta se ve limitada hasta en 50 por ciento.
Indica que con el rastrojo la planta crece de manera lenta, pero ayuda que la tierra debido a las grandes cantidades de hidrógeno que posee.
Los frutos se analizarán en el laboratorio, donde se verificará el antes y después del comportamiento de la tierra y los beneficios que obtuvo de los rastrojos.
Añade que los fertilizantes aceleran el proceso de crecimiento de la planta, sin embargo, a la larga la convierten en inservible, además los químicos alteran los frutos que genera la mata.
“Los químicos hacen que los organismos que provocan infecciones se vuelvan más resistentes a los antibióticos, lo que representa un problema para la humanidad, por lo que hay que apostarle a la agricultura sustentable”, expresa. En este pequeño lugar también efectúan experimentos con maíz, distintos tipos de frijol, agave, piñón, para mejorar los cultivos, usando la alternativa de la sustentabilidad.